Cuando era pequeña, despertarme al ruido de pailas y platos, y esa canción de Milly Quezada, nada más podía significar que era la mañana de Nochebuena. Cada año, me dirigía a la cocina después de cepillarme los dientes para inspeccionar el trabajo que habían hecho lxs que se habían despertado más temprano que yo. Independientemente de la hora en la que me levantara —que nunca era tan temprano, si soy honesta— siempre había una gran lista de tareas ya hechas. Los vegetales siempre estaban cortados y listos para las ensaladas que adornarían a nuestra mesa esa noche; el arroz siempre estaba medido y listo para cocinar; y el cerdo sazonándose en un baño de aluminio en la meseta.
Mi familia nunca fue el tipo de familia que no le da importancia a la Navidad. De niña, mis tíos y tías siempre venían a Nueva York a cenar y a abrir regalos a la medianoche. A mí y a mis primxs nunca se nos ocurrió preguntar los detalles de cómo Santa Claus entraba desapercibido a la sala de mi abuela. Sin embargo, las preparaciones para ese día empezaban días o incluso semanas antes. La casa tenía que estar resplandeciente porque, aparentemente, al Niño Jesús le importan ese tipo de cosas el día de su cumpleaños. Pero con la ayuda de Milly, Johnny Ventura, y la promesa de que eventualmente veríamos a nuestra familia, encontrábamos la motivación de hacer lo que se tenía que hacer.
Nada de eso parece que pasará este año, ya que la mayoría de las personas no pueden, o no quieren, celebrar Nochebuena como es de costumbre. En esta temporada navideña todas las familias tenemos que enfrentar un tremendo dilema ético. El debate sobre qué se debe de hacer esta Nochebuena ha estado circulando por las redes e inspirando respuestas apasionadas. A pesar de que muchxs estemos de acuerdo con que romper viejas tradiciones es un sacrificio necesario este año, el simple hecho de reconocer que eso es lo que debemos hacer no lo hace más fácil. Dado que hemos estado pasando más tiempo con las personas en nuestras casas, extrañaremos a nuestras familias extendidas un poquito más este año, y eso es normal.
Odio resaltar lo obvio, pero estamos viviendo algo que jamás hemos vivido. Nuestrxs padres/madres y abuelxs no nos pueden dar consejos sabios de cómo ellxs manejaron su primer encuentro con las mascarillas, el distanciamiento social, y la cuarentena. Lo que nos está pasando es algo difícil de procesar, y el bien común no siempre es la mayor prioridad de la gente, así que lo más seguro es que veremos muchas personas en nuestras redes sociales que no están siguiendo las reglas de la pandemia. Durante estos momentos incómodos, es esencial identificar lo que es importante.
Encontrar algo por lo cual ser agradecidx puede parecer absurdo ahora que el mundo parece estar desintegrándose poco a poco, pero hay que hacer lo mejor que podamos para mantener la cordura. Tal vez darle un abrazo a las personas que sí podemos tener cerca y apreciar su salud esta Navidad pueda ayudarnos a cumplir esa meta, aunque tengas que tomar un tiempito para estar a solas después de hacerlo. Vivir las fiestas como cualquier otro año sería hacerle daño a la memoria de esta situación única que estamos viviendo.
Aun así, tampoco debemos abandonar todas nuestras tradiciones. Si llamar a tu familia por Zoom durante la cena te hace sentir que las cosas son un poquito más normales, ¡pues llámalos! Si poner música alta es lo que te ayudaría, entonces agarra unas bocinas y abre tu aplicación de música preferida.
Todo es lo que tú lo haces este año y yo, por mi parte, no puedo esperar a hacer porciones más pequeñas de nuestros platos preferidos para la cena mientras escucho los villancicos sonando de fondo como hacemos cada año.
Si solo pudiéramos darle más likes al último proyecto del fotógrafo y artista visual Ricardo Monegro, mejor conocido como @_listanegra.
El mismo tiene como objetivo “exponer a talentos locales con la intención de crear un diálogo alrededor de los sucesos y problemáticas sociales que tenemos como nación”. La colección de fotos y videos son “una carta para el amor y la aceptación de los cuerpos y las cuerpas marcadxs durante siglos de opresión física y psicológica. Una carta escrita con sangre para un pueblo que existe y persiste a través de los años”.
No podemos soñar algo que no conocemos. Es por esto que la representación es tan importante. Y, afortunadamente, poco a poco más Dominicanxs y Latinxs tienen posiciones, trabajos y carreras que hasta hace poco tiempo parecían reservadas para ciertas personas.
Nos gustó leer este perfil de Concepción de León, una periodista y escritora del New York Times, en el Listín Diario. Te recomendamos leerlo completo — en especial sus tips para aquellxs interesadxs en los medios de comunicación — y pasarte un rato leyendo sus últimas piezas (en inglés) aquí.