Blood In The Chair
Sangre En La Silla
Guest post by Lea Espinal
For women out there, I bet right after reading the title you knew exactly what this post would be about.
The blood in the chair: It’s happened to the best of us. In this case, after a long day of work, I couldn’t wait to get home and get to reading the latest book club selection, which was finally picking up the pace. Instead, when I finished dinner and finally sat down, I got distracted by yet another Huffpost article. I was right in the middle of a wide smile when it suddenly felt like my bottoms were very wet. I stood up, and there it was: A huge blood stain on my favorite chair. Even though I was on my period, it took me by surprise, and of course I got quite frustrated. Though when I look back, I can see that from day one this menstruation thing showed it would be a doozy.
I was 8 years old when I went through menarche. It was a Friday afternoon in October, and my mother was out of town. Completely out of the blue (as far as I recall) I felt this terrible pain in my lower abdomen, that was nothing like I had experienced before. I sat in the bathroom and, not knowing what to do, started crying inconsolably. My sweet Dad heard my screams and ran to my side to try to calm me down but I wouldn’t, and the pain continued. He then hurried out to call my mother. In the middle of his worry he wasn’t sure what to do with me either and meanwhile, the pain continued.
Fast forward to a couple of years later, it must’ve been around fourth grade. It was almost the end of the day and my classmates were waiting impatiently for the bell to ring. In my case, I had no hurry, so I lazily picked up my things and was about to go, but then I saw the mess I’d left in the chair and quickly sat down again. I felt so ashamed that I started crying. The few kids that were left in the classroom hadn’t noticed what happened to me, that I knew of, so the best they could do was call the teacher. I remember she kindly dismissed everyone out of the classroom and locked the door, comforted me, and then called my mother. For the eternity that it took Mom to get to school with a change of clothes, I wouldn’t dare stand up from that chair, even though all of the classroom was empty. This strange situation seems to have called a classmate’s attention, since she peeked into the classroom through an open window, and laughed at me.
Back in the present, even 15 years later, the same anger, sadness, and embarrassment I felt then, came rushing back to me for a moment. I got frustrated at how, after all this time, this thing would happen to me yet another time. But then again, from the start, this period thing has been a complicated journey for me, full of pain, doctors, treatments, and even embarrassment.
The difference is, unlike back when I was in fourth grade, I’m much more confident now and I actually have an outlet to express my thoughts and frustration. I grew up never hearing this kind of stories, and now it feels therapeutic to come here and share mine. Having your period sometimes feels terrible, but accidents happen, and life goes on. After some time you learn to just clean the blood from the chair, and then maybe even write post about it.
Para las mujeres, apuesto a que desde que leyeron el título ya se imaginaron cual es el tema de este post. El sangrerío en la silla nos ha pasado muchas. En este caso, luego de un día de mucho trabajo, estaba loca por llegar a casa y leer el libro que tocaba en el book club, ya que por fin se estaba poniendo bueno. En vez de eso, lo que hice después de cenar fue distraerme con otro artículo del Huffpost. Tenía una gran sonrisa plantada en la cara cuando de repente sentí que tenía el trasero mojado. Me paré y ahí estaba: Una gran mancha de sangre en mi silla favorita. Aunque sabía que tenía el periodo, el accidente tomó desprevenida, y definitivamente me frustré. Sin embargo, pensándolo un poco mejor recordé que desde el primer día esto de la menstruación me ha puesto a pasar trabajo.
Tenía 8 años cuando me llegó la menarquia. Era una viernes en la tarde en Octubre, y mi mamá estaba fuera de la ciudad. De la nada (según yo recuerdo), sentí un dolor insoportable en la parte baja del abdomen, y no se parecía a nada que había experimentado. Me senté en el baño sin saber que hacer, y me puse a llorar y gritar. Mi papá, tan dulce como siempre, desde que me escuchó salió corriendo a buscarme y trató de calmarme, pero el dolor continuaba. Después salió de pronto a llamar a mi mamá, ya que en medio de su preocupación tampoco se le ocurrió que hacer conmigo, pero yo sentía que el dolor solo empeoraba.
Ahora vamos unos cuantos años más tarde, cuando estaba alrededor de 4to de básica. Ya casi terminaba el día, y mis compañeros esperaban impacientes a que sonara el timbre. En mi caso no tenía prisa, así que recogí mis cosas tranquilamente y me paré. Al ver aquel reguero en la silla, inmediatamente me volví a sentar, y me sentí tan mal que comencé a llorar. Los pocos niños que quedaban en el curso no se dieron cuenta de lo que me había pasado, que yo sepa, así que lo único que se les ocurrió fue avisar a la profesora. Recuerdo que dulcemente despachó al resto de los muchachos y cerró la puerta, me tranquilizó por un rato, y luego llamó a mi madre. El tiempo que le tomó llegar al colegio con un cambio de ropa me pareció eterno, y yo no me atrevía a pararme de la silla, aunque ya todo el curso estaba vacío. Al parecer, lo extraño de esta situación llamó la atención de una compañera, porque se asomó por una ventana, y se rió de mí.
Ya en el presente, por un momento volvieron a mi el mismo enojo, tristeza y vergüenza que sentí aquella vez. Me frustró pensar que después de tanto tiempo esto me pasara de nuevo. Sin embargo no sé de qué me sorprendo, si desde el principio esto de la menstruación ha sido toda una odisea, llena de dolor, doctores, tratamientos y más de una situación incómoda.
La diferencia es que, al contrario de esa niña que era en el colegio, ahora tengo mucho más confianza, y además de todo tengo un escape por donde ventilar mis ideas y frustraciones. En esos años cruciales nunca escuché historias como esta, y es un poco terapéutico tener la oportunidad de compartir la mía. Hay momentos en que tener la menstruación es horrible, pero los accidentes pasan, y la vida continúa. Después de un tiempo aprendes a simplemente limpiar la sangre de la silla, y quizá incluso te animes a luego escribir un post al respecto.
Lea is a psychology graduate living in Santiago, Dominican Republic. She has served as an editor for hola, rita. for over a year and is now also sharing her stories from Dominican Republic. / Lea está graduada psicología y vive actualmente en Santiago, República Dominicana. Lea ha servido como editora de hola, rita. por más de un año y ahora se une al equipo de contribuidoras para contar sus historias desde la isla.