And We Meet Again
Nos Volvemos A Encontrar
My first trip to the Rockaways, after what seems like an endless winter and a cold Spring, holds a very special place in my heart. My skin is as pale as it can be, and the mere contact with the sun, the minute I step out of the train or car, feels foreign.
The walk to the beach always feels endless, but once my feet touch the hot sand I am reminded where I am from. My skin starts to return to its cinnamon color, my hair gets lighter, and I imagine the blood in my vein turning into chinola juice, like the one I delightfully drink with my arepa.
The best part of the Rockaways, aside from its accessibility, is definitely the people that immediately claim every square foot as theirs. You can spot everything from elaborate picnics and big groups of people to the wanderers that seem to have just decided to pay the ocean a visit, and the ones that enjoy the company of a good book and nothing else.
These trips always mark the beginning of my summer, while also acting as a friendly reminder that being away from the sand and the sea that are warmer and more familiar is not so bad. For a couple of months we’ll know pure bliss, sun and a lot of chinola juice.
And that sounds lovely.
Mi primera visita a la playa Rockaways, después de lo que parece un invierno infinito y una fría primavera, tiene un lugar muy especial en mi corazón. Mi piel está pálida y el solo contacto con el sol, desde el segundo en el que me bajo del tren o carro, se siente extranjero.
El camino a la playa siempre parece interminable, pero una vez mis pies tocan la arena caliente recuerdo exactamente de donde vengo. Mi piel comienza a tomar su color canela, mi pelo pretende ser más claro y me imagino que la sangre en mis venas se convierte en jugo de chinola, igual al que me bebo con tanto gusto con mi arepa.
La mejor parte de la playa Rockaways, aparte de su increíble accesibilidad, es definitivamente la gente que inmediatamente llena cada metro cuadrado. Puedes ver de todo desde picnics elaborados y grupos bien grandes, hasta aquellos que parecen haber decidido a último momento darle una visita al océano o los que sólo los acompaña un buen libro.
Estos viajes le dan un comienzo formal a mi verano y sirven como un gentil recordatorio que estar bien lejos de la arena y el mar que son más calientes y familiares no es tan malo, y que por los próximos meses nos deleitaremos con buen clima, sol y mucho jugo de chinola.
Y eso suena genial.
