Los Cuentos de Mamá: How I Learned to Be Me
Los Cuentos de Mamá: Como Aprendí a Ser Yo
When I was little, two hours before going to church one Sunday, I pulled down my dress and started crying. I was tired of the white stockings, the uncomfortable dress shoes, the pretty and itchy dresses and the headbands that were always so big for my head. I was four years old, and I already knew I was tired of being a girl.
When I think of this month’s topic, Unsung Heroines, I instantly think of the moment in my life when I didn’t know what it meant to be a girl. What’s more, I’ve always struggled with the meaning of being a Dominican woman. Coming from a culture that is machista and dismissive, it can be difficult to find yourself and accept who you are as a woman. It wasn’t until ten years after the dress incident that I realized that what you wear is not what matters; what matters is your character. All it took was a little moment with my grandmother, roughly seven years ago.
When I was fourteen, I was sitting in our front porch drinking juice with my grandmother. I had in mind that the anniversary of Trujillo’s death was coming up, so I asked her how her life was during those years. As she always did, she told me the story of how one time a soldier came to her home and said: “El Jefe wants you to donate your land and cows to his cause.” With a nonchalant look on her face and a smirk, she shared with me how she took a broomstick and threatened the soldier to leave at once. “Tell your Jefe that if he wants my land, he can come and get it himself.”
The dictatorship ended many years ago, yet the feeling of my grandmother defying it was a chilling thought. For those unfamiliar with Trujillo’s dictatorship, during those times either you complied, or you died a horrible death. Mamá Luisa looked at me as she stirred her aluminum cup, making the ice cubes clash against it. She noticed I was about to ask her why she would do something so reckless, as I never had the opportunity to do so before. Her eyes looked at something beyond me as if she was searching for the right words to say. “You can’t let fear control you” she finally told me, and we continued to sit; the only sound were the motoristas driving around, and the ice cubes in our cups.
As I sat at home later that day, I found myself reading a book about the Mirabal Sisters. I imagined what it would have been like if I was born on that time, and what I would have done.
Let’s be honest here: I never was the most feminine girl growing up, nor did I want to be. I was always scolded and told how to behave, from “don’t cross your legs like that” to “don’t answer back to a man when you’re upset,” or my personal favorite: “be a lady.” It all didn’t matter when I read in the book that neither was Minerva, my favorite of the sisters and the one that impacted me the most. She pursued her education at a time when women weren’t even supposed to go to university, she slapped Trujillo himself once and lived a little longer to tell the tale, until she and two of her sisters were brutally killed. I realized she and her sisters were brave, but so was my Mamá Luisa.
I can go on and on about how this memory replayed in my head every time a friend would tell me to stand up straight, or whenever I took a group photo and all the women in it looked graceful in their feminine outfits, and then there’s me on a leather jacket looking mighty fine but out of place. Hell, I can even tell you that after her death, five years ago, all I could think of was this moment, and the significant toll it took on me never telling her how that one story I had heard time and time again, and that single sentence response, changed me forever. It made me embrace my style, how I defined myself as a Dominican woman and what it means to “be a lady.”
Being a lady, turns out, is not just about femininity, is about respecting others, and respecting yourself enough to stand up for what you believe in. It is not about wearing pretty dresses, but about wearing whatever you wish to wear, especially your heart on your sleeve (all while not letting it be destroyed). Being a lady is having the courage to say: “I am a woman, but don’t you ever say I’m weak.” Mama Luisa was a heroine, but she will never be unsung in my eyes.
¿Y tú? Who’s your heroine?
Cuando era niña, dos horas antes de ir a la iglesia un domingo, me quité el vestido y comencé a llorar. Estaba cansada de las medias blancas, los incómodos zapatos de vestir, los vestidos bonitos que picaban y los cintillos que siempre eran muy grandes para mi cabeza. Tenía cuatro años y ya sabía que estaba cansada de ser una niña.
Cuando pienso en el tema de este mes, Heroínas Anónimas, instantáneamente pienso en el instante de mi vida en el que no sabía lo que significaba ser una niña. Además, siempre he luchado con lo que significa ser una mujer dominicana. Siendo de una cultura que es machista y desdeñosa, puede ser difícil encontrarte y aceptar quién eres como mujer. No fue hasta diez años después del incidente del vestido que me di cuenta de que lo que vistes no es lo que importa; lo que importa es tu carácter. Solo fue necesario un pequeño momento con mi abuela hace, aproximadamente, siete años.
Cuando tenía catorce años, estaba sentada en la galería de la casa bebiendo jugo con mi abuela. Tenía en mente que estaba por llegar el aniversario de la muerte de Trujillo, así que le pregunté cómo era su vida durante esos años. Como siempre lo hacía, me contó la historia de una vez que un soldado vino a su casa y le dijo: "El Jefe quiere que dones tu tierra y tus vacas a su causa". Con una expresión despreocupada en su rostro y una sonrisa, ella compartió conmigo cómo agarró un palo de escoba y amenazó al soldado para que se fuera inmediatamente. "Dígale a su Jefe que si quiere mi tierra, puede venir y buscarla él".
La dictadura terminó hace muchos años, pero el pensar en mi abuela desafiándolo era un tanto escalofriante. Para aquellos que no están familiarizados con la dictadura de Trujillo, en esos años o cumplías con lo que él decía, o te tocaba una muerte horrible. Mamá Luisa me miró mientras agitaba su vaso de aluminio, haciendo que los cubos de hielo chocaran contra él. Se dio cuenta de que estaba a punto de preguntarle por qué fue tan imprudente, algo que nunca había tenido la oportunidad de hacer. Sus ojos miraron algo más allá de mí, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para decir. "No puedes dejar que el miedo te controle", finalmente me dijo, y continuamos sentadas allí; los únicos ruidos en el área eran los motoristas que circulaban y los cubos de hielo en los vasos.
Más tarde, ese día, me encontré leyendo un libro sobre las hermanas Mirabal en mi casa. Me imaginé cómo habría sido si hubiera nacido en esa época y lo que hubiera hecho.
Vamos a sincerarnos: nunca fui la niña más femenina, y tampoco quería serlo. Siempre me llamaron la atención y me dijeron cómo comportarme, desde "no cruces las piernas así" hasta "no le respondas a un hombre cuando estás molesta”, o personalmente mi favorito: "sé una mujer". Nada de eso importó cuando leí en el libro que Minerva Mirabal, mi favorita de las hermanas y la que más me impactó, no era así. Ella continuó su educación en un tiempo en el que las mujeres ni siquiera debían ir a la universidad. Una vez abofeteó a Trujillo y, después de eso, vivió unos años más para contarlo, hasta que ella y dos de sus hermanas fueron brutalmente asesinadas. Ahí me di cuenta que ella y sus hermanas eran valientes, pero también lo fue mi mamá Luisa.
Puedo hablar un buen rato de cómo este recuerdo se repetía en mi cabeza cada vez que unx amigx me decía que enderezara mi postura, o cada vez que tomaba una foto grupal y todas las mujeres salían súper femeninas, y luego estaba yo con una chaqueta de cuero que me hacía ver linda pero fuera de lugar. Puedo incluso decirte que después de su muerte, hace cinco años, solo podía pensar en este momento, y en lo mucho que me costó el no haberle contado a mamá cómo esa historia que había escuchado una y otra vez, y esa respuesta de una sola oración, me cambiaron para siempre. Me hizo apreciar mi estilo y cómo definirme como una mujer dominicana, y lo que significa ser una mujer en general.
Resulta que ser mujer no solo se trata de feminidad, se trata de respetar a los demás y de respetarte lo suficiente como para defender tus creencias. No se trata de usar vestidos bonitos, sino de usar lo que quieras usar, especialmente llevar el corazón en la mano pero donde nadie lo destruya. Ser mujer es tener el valor de decir: "Soy una mujer, pero nunca digas que soy débil". Mama Luisa para mí fué una heroína, se entiende, pero nunca será anónima.
¿Y tú? ¿Quién es tu heroína?
Lissy is a Media & Communication Studies graduate with a passion for the arts and nerd culture. As a Dominican woman in New York, her goal in life, aside from finding the perfect ramen bowl to eat, is to continue to break stigmas against Latinxs and the geek community. / Lissy es una graduada en Estudios de Medios y Comunicación con una pasión por las artes y la cultura nerd. Como mujer dominicana en Nueva York, su objetivo en la vida, además de encontrar el mejor ramen, es continuar rompiendo estigmas contra latinxs y la comunidad geek.