It’s Not About the Gender
No Se Trata del Género
by Lei González
I was nineteen when I realized I liked boys. Before that, I always saw myself as somebody who was only into girls, and didn’t quite understand what it meant.
I grew up feeling guilty that I liked girls. I felt that there was something wrong with me and I didn’t know how to “fix” it. I felt that I had no choice but to embrace what could happen if someone found out, specially my parents. I was used to feel like a misfit, to be secretive, to not feel supported. And then, college came.
I moved to a bigger town, and I started to discover all these new places with new people. I came out as a lesbian to my male best friend through messenger chat cause I wasn’t able to face him. He showed support and told me he loved me deeply just the way I was and that blew my mind. Not long after that I came out to my female best friend and she just said she knew. I felt liked and welcomed.
A few months after coming out I started dating a girl, who later would become my girlfriend. My first girlfriend. I felt so excited and happy to finally be able to feel love semi-openly with a partner. But of course, as much as I felt free, I had to hide it because of rejection of my parents, so I wore ambiguity as a flag.
Because of the notion that by default I should like boys, it was easy for me to flirt and get men interested in me, specially when I knew that I would never be into them. I learned the that I could be attractive, that people would do things to get my attention and I was having the time of my life. I felt powerful. However, I was not prepared to face this one guy who seemed so awesome to me that I had to give myself the opportunity to experience that love affair.
It started as it usually did with boys: an interesting conversation, double meaning comments, getting together for drinks… but never, ever having physical interaction. But there was something about him that still, today, I don’t quite know what it was. Maybe it was his sensibility, I felt he really cared, he dared to have tough conversations with me and he very much let me know how interested he was in me. With him it didn’t feel like a game.
It was then when I had an identity crisis. What was going on? Did I like boys? What was happening to me? Was I “fixed”? But no, I was still into girls, like, hardcore into them.
What he and I had was very fleeting and ended up with him moving out of the country to get married to someone else. It hurt a lot, although the brief experience of wanting to be his girlfriend was cathartic. In a three months span my perspective about myself changed and it all finally made sense. I didn’t feel really comfortable with the lesbian label, and I thought that it had to do with having to keep it as a secret, but now I know that I didn’t feel comfortable because I wasn’t one. And, from that time on, I started to see myself as bisexual.
In my love life, getting a guy's attention was very easy, I had practice. But finding someone that I actually liked was very complicated. However with girls was the opposite: it was very easy to feel attracted to one, but very hard for me to get to talk to them. I understood my dynamics and played that game for a long time and it all seemed to be dependent of the gender.
Just a few months ago, I met a trans man and wow. This person just blew my mind with his kindness, assertiveness and presence. His advocacy for women and for equality was admirable. It was like I was seventeen all over again. But this time I didn’t fight it, I just let it be for what it was.
It’s just that for me, is not about the gender anymore, it’s about the human being. I fall for that person that my soul clicks with.
Tenía diecinueve cuando me di cuenta que me gustaban los chicos. Antes de esta realización siempre me ví como alguien a quien sólo le gustaban las chicas pero no entendía muy bien qué significaba esto.
Iba creciendo sintiéndome culpable. Sentía que había algo erróneo en mi y no sabía cómo arreglarlo. Sentía que no tenía más opción que aceptar lo que pasara si alguien se enteraba que me gustaban las chicas, en especial mis padres. Estaba acostumbrada a sentirme que no encajaba, a mantener todo en secreto, a no sentirme apoyada. Y luego llegó la universidad.
Me mudé a una ciudad un poco más grande y comencé a descubrir todos estos lugares con toda esta gente nueva. Le dije a mi mejor amigo que era lesbiana por el chat, porque no me atrevía a verlo a la cara. Él me respondió con amor y me dijo que me quería tal y como yo era. Esto fue una catapulta. Luego le dije a mi mejor amiga y me dijo que lo sabía. Me comencé a sentir querida y que yo importaba.
Unos meses después, comencé a salir con una chica que más tarde se convertiría en mi novia. Mi primera novia. Me sentí tan emocionada y feliz de que finalmente pudiese amar de una manera semi-pública pero, por supuesto, aunque me sintiese muy libre tenía que esconderlo por el rechazo de mis padres, así que utilicé la ambigüedad como mi bandera.
Por la noción esperada de que me gustaban los chicos, para mi era fácil coquetear e interesar a los hombres, especialmente porque sabía que no iba a terminar en nada. Aprendí que soy atractiva, que llamaba la atención y me estaba divirtiendo como nunca. Me sentía poderosa. Pero no estaba preparada para este hombre tan asombroso con el que me topé y tuve que darme la oportunidad de experimentar esa aventura.
Comenzó como usualmente lo hacía: una conversación interesante, comentarios de doble sentido, quedando para tomar algo… y nunca ninguna interacción física. Pero había algo en él, todavía hoy no sé qué es, que me cautivó. Quizá su sensibilidad, sentía que de verdad le importaba, que me retaba, teníamos conversaciones difíciles y siempre fue muy claro respecto a sus intenciones conmigo. Con él no se sentía como un juego como los demás.
Fue entonces cuando tuve una crisis de identidad. ¿Qué estaba ocurriendo? Entonces, ¿me gustan los chicos? ¿qué me estaba pasando? ¿Estaba curada? Pero no, porque las chicas me gustaban mucho todavía, muchísimo en realidad.
Lo que él y yo tuvimos fue muy fugaz y terminó con él dejando el país para casarse con otra persona. Estuve muy herida, aunque la breve experiencia de querer estar en una relación con él fue muy catártica. En un lapso de tres meses mi perspectiva sobre mi misma cambió y tuvo sentido porque nunca me sentí del todo cómoda autonombrándome lesbiana, pensando que era por el secreto, pero ahora estaba un poco más claro que no me sentía cómoda porque no era una. Y desde ese momento, comencé a verme como bisexual.
En mi vida amorosa, obtener la atención de los chicos fue muy fácil, tenía práctica. Pero encontrar alguien que en verdad me gustara siempre fue complicado. Sin embargo, con las chicas pasaba diferente: era fácil sentirme atraída hacia ellas, pero no sabía cómo interactuar. Entendía mi dinámica y jugaba de esta manera que parecía estar dictada por el género.
Hace unos meses conocí a un hombre trans y wow. Su gentileza, asertividad, su presencia. Su apoyo y defensa de equidad hacia las mujeres es admirable. De repente tenía diecinueve otra vez. Pero esta vez, no luché contra lo que sentí, sólo me deje ser.
Es que para mi ya no se trata de género sino del ser humano. Yo me intereso por la persona con la que mi alma hace click y no por nada más.