Finding Myself Again with Mujeres de Isla
Reencontrandome con Mujeres de Isla
A very important part of the well-being of people is to be able to count on those moments where you feel like yourself the most, that instant where you can connect with your being and with those around you. That moment where spiritually you feel free and happy and —for me— those moments involve traveling. Getting out of the routine, meeting other people, and opening up to different experiences. Girl, I am a woman of the forest. Put me in a little house in the mountains and I’m happy.
With that said, every so often I need to leave the city and get lost. It’s not that I want it, it’s that I need it to recharge myself, get rid of all the difficult situations that have happened to me —even if just for a weekend— and connect with other things. I say connect because it is the word that best defines my feeling when I travel. The well known "disconnect from the day to day to connect with ourselves". Last weekend I had the opportunity to do it in the company of 19 other women, very different from each other, but —deep inside— we all had gone through similar experiences, we had the same thoughts and common interests.
Carla Faxas, the co-founder of Isla Adentro, invited women to embark on a trip they named Mujeres de Isla. I got lucky and managed to get a spot with other women: teachers, producers, lawyers, architects, civil engineers, dancers, chefs, marketers, scientists... Women from different professional areas, at different stages of their lives, between 21 and 34 years old. We met on Saturday, the 18th, at dawn to embark on a journey where we let go and leave behind everything that —until that moment— was not serving us. When I told my parents that I would go on a trip with a group of women, I defined it as a spiritual retreat, because I knew I would have experiences that would relieve my spirit and help me be more at peace with myself.
You might be familiar with all the demons that women usually carry with them: concerns, insecurities, situations that mark us and not always in the most positive ways. I needed that, to get out of my routine, pause and return to my origins. In the end, it was about that: going back to our roots and doing things that —perhaps— we had never done before.
There were many ‘first times’ for all of us there: first time traveling with single women, having a photo session in the river, rubbing thighs in broken pants, riding a motoconcho, doing acro yoga, sharing with more than 10 women at the same time, being part of a circle, grounding coffee with by hand, etc. Those first times represented experiences that —physically or spiritually— helped us get to know ourselves a little more.
In my day to day, I usually share with both women (at work) and men (most of my close friends are men). And it is very normal and acceptable that we fight each other from time to time. That, instead of supporting us and trying to understand each other, we live in constant competition. I have been changing that over the years thanks to my book club and several compañeras that life has given me.
During this trip, the opposite happened. They say that when you travel is when you really get to know a person, especially if you put them to work. I wouldn’t say that we worked that much, but we did camp, walked several kilometers, and were in a different environment than we are used to. We empathized and understood that yes, we are different and of course we are not just going to forget all the bad things that happen to us, but when a group of women gets together and supports each other, all that changes.
We gave ourselves the chance to just be, without judging or blaming ourselves. Now the challenge will be to keep us like this, to continue filling our inner peace and pass it to others. And whenever we feel we can’t go on, there’s the option of going back to a mountain or small town and breathe. I now know that I can count on those 19 women to get lost out there and reconnect again.
Una parte fundamental del bienestar personal es poder contar con esos momentos donde te sientes tú misma, ese instante donde puedes conectarte con tu ser y con los que te rodean. Ese momento donde espiritualmente te sientes libre y contenta, y —para mí— esos momentos implican viajar. Salir de la rutina, conocer a otras personas, abrirme a otras experiencias que no suelo hacer. Señores, yo soy una mujer de monte. A mí pónganme en una casita en la montaña y soy feliz.
Dicho esto, cada cierto tiempo necesito salir de la ciudad y perderme por ahí. No es que quiera, es que lo necesito de tal manera que me recargo, me despojo de todas las situaciones difíciles que me hayan ocurrido —aunque sea por un fin de semana—, y conecto con otras cosas. Digo conectar, porque es la palabra que mejor define mi sentir cuando viajo. El famoso “desconectarse del día a día para conectarnos con nosotros mismos”. El pasado fin de semana tuve la oportunidad de hacerlo con la compañía de otras 19 mujeres, muy distintas una de la otra, pero que —en el fondo— hemos pasado por experiencias parecidas, pensamos igual y tenemos intereses comunes.
Carla Faxas, cofundadora de Isla Adentro, hizo la convocatoria para emprender el viaje que denominaron Mujeres de Isla. Por cosas de la vida logré alcanzar un cupo junto a otras mujeres: profesoras, productoras, abogadas, arquitectas, ingenieras civiles, bailarinas, chefs, mercadólogas, científicas… Mujeres de distintas áreas profesionales, en distintas etapas de sus vidas, entre 21 y 34 años de edad. Nos dimos cita el sábado 18 en la madrugada para emprender un viaje donde soltamos y dejamos atrás todo lo que —hasta ese instante— nos hacía mal. Cuando les comenté a mis padres que me iría de viaje con un grupo de mujeres, lo definí como un retiro espiritual, porque sabía que tendría experiencias que aliviarían mi espíritu y me ayudarían a estar más en paz conmigo misma.
De seguro puedes identificarte con todos los demonios que solemos llevar las mujeres: preocupaciones, inseguridades, situaciones que nos marcan y no siempre de la manera más positiva. Necesitaba salir de mi rutina, hacer una pausa y volver a mi origen. Al final se trató de eso: de volver a nuestros orígenes y realizar cosas que —quizás— nunca antes habíamos hecho.
Para todas hubo una primera vez: primera vez que viajaba con mujeres solas, que se tomaba una sesión de fotos en el río, que se rozara el muslo con un pantalón roto, que se montara en un motoconcho, que hiciera acro yoga, que compartiera con más de 10 mujeres al mismo tiempo, que fuera parte de un círculo, que moliera café con sus manos, etc. Esas primeras veces representaron experiencias que —física o espiritualmente— nos ayudaron a conocernos un poco más a nosotras mismas.
En mi día a día suelo compartir tanto con mujeres (en el trabajo) como con hombres (la mayoría de mis amigos cercanos son hombres). Es muy normal y aceptable que nos machaquemos unas con otras. Que, en vez de apoyarnos y tratar de entendernos, vivamos en una competencia constante. Yo lo he ido cambiando con el paso de los años gracias a mi club de libros y a varias compañeras que la vida me ha dado.
Durante este viaje pasó todo lo contrario. Dicen que cuando viajas es cuando realmente conoces a una persona, en especial si la pones a pasar trabajo. No diría que nosotras pasamos tanto trabajo, pero sí tuvimos la experiencia de acampar, de caminar varios kilómetros, y de estar en un ambiente distinto al que estamos acostumbradas. Nos compenetramos y entendimos que sí, somos diferentes, y claro que no vamos a tapar con un dedo todo lo malo que nos suceda, pero cuando un grupo de mujeres se une y se apoya mutuamente, todo eso cambia.
Nosotras nos dimos el chance de ser, sin juzgarnos ni reprocharnos. Ahora el reto será mantenernos así, seguir llenando nuestro interior de paz y transmitirla a los demás. Y siempre que sintamos que no podemos más, está la opción de volver a un monte o pueblito y respirar. Yo sé que puedo contar con esas 19 mujeres para perdernos por ahí, y reconectarnos otra vez.
Dahiana studied journalism in Spain and works as a multimedia producer in Santiago, Dominican Republic. She is a writer, photographer, traveler, GLR and human, and she loves to tell stories through different media and platforms like her blog. / Dahiana estudió Periodismo en España y labora como productora multimedia en Santiago, República Dominicana. Es una escritora, fotógrafa, viajera, GLR y humana, y le encanta contar historias a través de distintos medios y plataformas como su blog.