79 Degrees
79 Grados
It’s 7:26PM, which means by the time I get to my apartment door it would have been an 1 hour commute from work. I am not going to say I love it because that would be a lie, but my new book is keeping very entertained. So much that by now I feel like I am part of the story and that the characters are calling my name whenever I put the book down.
I am walking out of the 161st street station and there is still light out. What a miracle. It starts to sink in for me that the sun and the heat I felt today seems to finally be here to stay and although I have witnessed the city’s rebirth during spring couple of times now, it never ceases to amaze me.
As I keep walking, I start thinking about the million things that I have to tackle at the house. Weekend travels, or just travels in general, are the best but they really mess up your entire routine, yet I realize that I am happy. I hear the ice cream truck and see the people getting out of the supermarket with their carts full and I feel a sense of relief, almost the same one I feel every time I lay in my bed in DR to sneak under the curtains to catch the afternoon sun and the warm breeze.
The same way people pray for heaven and peace, New York prays for days like these to see the people you somehow missed for the past 6 months, including your next door neighbors.
I don't know, I’d like to think there are many heavens, and maybe today, right here where you can see the sun setting in Washington Heights, there's one.
Son las 7:26PM, lo que significa que para cuando llegue a la puerta de mi apartamento me ha tomado exactamente una hora llegar del trabajo. No voy a mentir y decir que me gusta viajar por tanto tiempo, pero mi nuevo libro me tiene súper entretenida. Tanto así que siento que los personajes me llaman por mi nombre cada vez que cierro el libro.
Estoy caminando en la calle 161 y todavía está el sol afuera. Que milagro. Ahora empiezo a caer que el sol y el calor que sentí hoy llegaron para quedarse, y aunque he sido testigo de la transformación de la ciudad durante la primavera varias veces ya, aún no deja de sorprenderme.
Mientras continuó caminando y pensando en el millar de cosas que tengo que hacer en la casa ya que resulta que viajar durante los fines de semana es genial pero de verdad que interrumpe todas las rutinas, me doy cuenta de que estoy genuinamente feliz. Puedo escuchar al camión de helados y ver a la gente saliendo del supermercado con sus carritos llenos y me abraza un sentimiento de paz, muy similar al que sentía cuando me acostaba en mi cama en la isla y me metía debajo de las cortinas que daban con la cama para atrapar un poco del sol de la tarde y la brisa cálida.
Así como la gente reza por el cielo y La Paz, Nueva York reza para días como estos y ver a la gente que no sabes cómo no viste por más de 6 meses, incluyendo a tus vecinos.
No sé, pero me gustaría pensar que hay muchos cielos, y tal vez aquí donde se ve el precioso atardecer desde Washington Heights, hay uno.
You’ll never see sweet plantain, cheese, and onions the same way. It’s a recipe your friends and family will ask you about forever.