Running Way Too Fast
Andando demasiado rápido
Ever since I opened my eyes to this world I've been running too fast, figuratively of course. I can't run a mile.
I was born premature, left home earlier than most of my friends did, always formalized relationships too soon, and left one or two jobs too quickly. But in case you are wondering, this is not a trait I admire about myself, but it is not one I despise either.
This ‘running too fast’ thing I do always catches up with me. Usually, it takes a couple of months into whatever it is I got myself into until I crash, hit rock bottom, and have an awful time figuring how to make things work. It’s the price I pay for jumping a couple of steps, sometimes willingly, and others because life just happens. However, somehow, I always pull through. Once at that point where I feel disappointed with myself, I somehow manage to pick up the pieces, restructure things and start to make them work again. It takes time and a lot of effort, but I make it happen. Or at the very least, I try what we can call a “new” very best.
All of these tough situations have taught me a great deal about life, work and myself, but I hope that, as I get older, I get better at identifying soon those instances where I am getting myself into something I won’t be able to handle soon, although I have a feeling that won’t happen. It’s in my DNA to have zero patience (if not, ask my friends).
However, I am working on it. I’m listening to my gut more, trusting myself a tiny bit more as well, and asking questions to less people. Although you might have several wonderful friends in your life, only a few will be able to help you make better decisions.
So here’s to running too fast but always figuring it out. Remember to not take things too seriously and put everything into perspective. Most situations have a solution, so don’t sweat the small stuff. It makes you look older sooner.
Desde que pertenezco a este mundo estoy corriendo demasiado rápido. De manera figurativa claro, no puedo correr ni una milla.
Yo nací prematura, me fui de la casa mucho antes que la mayoría de mis amigos, siempre formalicé relaciones románticas muy rápido y me fuí de uno o dos trabajos antes de tiempo. En caso de que te estés preguntando, esta cualidad mía no es algo que admiro, pero tampoco la odio.
Esta necesidad mía de ir muy rápido siempre genera consecuencias. Usualmente me toma unos meses en lo que vamos a llamar “líos” para chocar con una enorme pared y para que me cueste muchísimo trabajo hacer que las cosas funcionen bien otra vez.
Una vez que llego a ese momento en el cual me siento decepcionada conmigo misma, no sé cómo, busco las fuerzas para recoger las piezas, reestructurar todo lo que hacía y pensaba y comenzar a hacer que funcionen otra vez. Toma tiempo y mucho esfuerzo, pero hago que suceda. O por lo menos doy lo mejor de mí en una manera nueva y mejorada.
Todas estas situaciones de las que hablo me han enseñado muchísimo acerca de mí misma, la vida y el mundo laboral, pero sólo puedo esperar que a medida que pase el tiempo me vuelva mejor en identificar aquellos pasos adelantados que me costarán mucho luego, aunque algo me dice que casi nunca será así. Al final de cuentas, está en mi ADN siempre andar corriendo (si no me creen, le pueden preguntar a cualquiera de mis amig@s).
Pero que conste, estoy trabajando en tomar mejores decisiones, confiando un poco más en mí misma y tomando la opinión de menos personas. Al final del día, aunque tengas muchas personas que te quieren en tu vida, sólo un selecto grupo de ellas te ayudarán a tomar la mejor decisión.
Así que levanta una copa por ser de l@s que siempre luchan para que las cosas funcionen y recuerda siempre poner todo en perspectiva. Casi todo tiene solución, así que no te estreses mucho por las pequeñas cosas. Eso da arrugas.